Proverbios 1, 24 al 33
Las mismas personas forman su estado de ánimo el cual les
acompañara en su vida. Algunos piensan
que la suerte les debe acompañar y se abandonan en dicho parecer, y olvidan
que hay asuntos los cuales dependen de
la decisión en Dios (Proverbios 16, 33). No hay que creer en
lo que no es verdad a la luz de la palabra, y por rechazarla quedan en
ridículo, y entonces se inclinan por el temor, el cual les asiste en su
“querer” como en su “decidir,” y lo que le temen se les torna calamidad (Pv. 1,
26).
En la vida con el Señor hay que sonreír con uno mismo y
sumergirse en el gozo y alegría la cual nos viene de lo alto por el espíritu;
se tiene que actuar por la memoria en lo que esperamos, y descartar toda
sospecha, creencia o recelo; y no se debe dar lugar a la imaginación por darle
lugar a las conjeturas. Toda sospecha o desconfianza tenida en la razón lleva a
visualizar las cosas como todavía no sean dado; y los malos pensamientos se
vuelven acción o realidad, con el efecto de destrucción, y son las denominadas
calamidades o desgracias, y esas mismas son el motivo de aflicción, tribulación
o angustia.
Cuando las cosas suceden es cuando buscamos al Señor para
contarle o buscar su fortaleza, y en situaciones como estás, es cuando se niega
mostrarse o responder (Salmo 4, 3); ese negarse es una manera de ayudar a
obedecer la sabiduría o influencia
divina. Dios invita a desechar los
temores de nuestra vida, y ha acatar sus enseñanzas; no hay que continuar
probando las condiciones de los propios medios de habérnosla o personales
pareceres.
Hay personas que solo aprenden de sus propias experiencias.
La confianza y tranquilidad en Dios debe continuar siempre con los suyos.
Aprende para tu bien de la santa palabra
Siervo
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