1 REYES 8, 57; Salmo 19, 7 al 11 y 119, 101 al 112.
Al pueblo de Israel le era claro la distinción y finalidad de los dictados de Dios para saber andar y tener una buena relación con Él:
Los mandamientos, mitsvoth, de tasvah, “mandar, ordenar”; muestran lo que se debe hacer, y lo que no se debe hacer, y obligan a obedecer.
Los estatutos, cukkim, de chak, “marcar, trazar, describir y ordenar”; porque trazan el camino, describen la línea a seguir, y ordenan lo que se debe observar.
Los preceptos, pikkudim, de pakad, “tomar nota o cuidado, atender, tener respeto; toman nota del camino total de la vida y conversación, de supervisar todo interés y deber. Todas las acciones son de un solo valor y no puede haber dicotomía entre secular y religioso ante Dios.
El Salmo # 1 es a mi parecer, como la introducción a los salmos # 19 y # 119; y son como una introducción al deber ser delante de Dios y destaca a los bienaventurados; exclamación la cual brotada al contemplar el hombre que ha decidido andar con Dios. La palabra haih, es categórica: “ese hombre”; refiere de aquel que entre mil vive la finalidad para la que fue creado por Dios, es aprobado por que él conoce su camino y es llamado justo (tsaddikim de tsadak, “dar el peso justo”: es el hombre y la mujer los cuales dan el peso exacto ante Dios.
Te invito a vivir esa finalidad para la cual fuiste escogido un día por Dios.
Siervo Roberto Fonseca Murillo