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jueves, 20 de octubre de 2011

LA CEGUERA ESPIRITUAL



“Oír, oiréis, pero no entenderéis; mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo; han hecho duros sus oídos y sus ojos se han cerrado”.
(Mateo 13:14-15)
Introducción
La ceguera espiritual es el aspecto de la naturaleza humana caída, a causa de la cual la persona se encuentra completamente incapacitada para poder comprender las verdades espirituales y aceptarlas como fe salvadora y, por lo tanto, sigue en rebeldía espiritual.
Al contemplar el estado de las cosas en el mundo actual, impresiona profundamente la persistente enfermedad de la ceguera espiritual. Es la enfermedad esencial de nuestro tiempo y algo natural en el ser humano, y que forma parte del mismo desde su nacimiento.
Debemos comprender que hay cosas que no podemos entender y nuestra obligación es descubrir cuáles son esas cosas, incomprensibles aún para nosotros. Quien no reconoce esta capacidad humana, pone un límite a la razón. Se esconde tras una razón que considera soberana pero no se da cuenta de que es una razón esclava. El acto supremo de la razón está en comprender que hay cosas que la superan. Para ello debemos sustituir el valor de la verdad por el de la búsqueda de la verdad y, por lo tanto, de la sinceridad. Pero nunca debemos confundir esos términos con la humildad, porque a veces se trata solamente de presunción, que está muy ligada a la ceguera espiritual.
Para explicar de una forma más sencilla lo que es la ceguera espiritual podemos decir que es no ver la vida como Dios la ve, y su resultado lógico y directo es no entender las cosas espirituales. Este estado termina en el momento en que Dios, por su misericordia, imparte vida y luz espiritual, sin la cual la persona se encuentra incapacitada para comprender las verdades del Evangelio, las cuales únicamente pueden ser comprendidas espiritualmente.
En la Biblia existen numerosas alusiones referentes a la ceguera espiritual y también a que únicamente Dios puede iluminarnos para desprendernos de ella. Sin embargo esta solución divina solamente podemos aplicarla en nuestra vida personal cuando seamos plenamente conscientes de nuestra particular ceguera.
“El hombre no acepta naturalmente las cosas del Espíritu de Dios; son locura para él. Y no las puede entender porque sólo espiritualmente pueden ser juzgadas”.
(1 Corintios 2:14)
Ya hemos visto qué es la ceguera espiritual y cuál es el único medio para combatirla. Sin embargo muchos no somos conscientes de nuestra propia ceguera y aún creemos que estamos en el camino correcto y que por ello esa enfermedad espiritual no nos concierne. Pero existen síntomas que si los analizamos detenidamente y con toda sinceridad, podemos darnos cuenta palpable de nuestro error. Por ello analizaremos a continuación los principales síntomas de la ceguera espiritual.

Principales síntomas de la ceguera espiritual
Los síntomas por los cuales podemos apreciar nuestra ceguera espiritual son varios y si les prestamos atención podremos darnos cuenta de que nuestra vida espiritual, aunque seamos fieles asistentes a nuestra Iglesia, está en declive, atascada e incluso muerta.
Si vivimos nuestra fe bajo un punto de vista rutinario, estamos ciegos ya espiritualmente. Y también lo estamos en estos casos: Cuando rezamos de forma automática las oraciones escritas, sin meditarlas ni profundizar espiritualmente en ellas.
Cuando nos aburrimos en los rezos o recitamos las oraciones de forma mecánica y rutinaria.
Cuando caemos en la ociosidad y la pereza espiritual y no encontramos el momento adecuado para orar.
Cuando no queremos leer la palabra de Dios o lo hacemos de manera automática, sin comprender lo que Dios, por medio de ella, nos quiere manifestar.
Cuando mostramos nuestro fanatismo acerca de cualquier tema, acto o circunstancia religiosa.
Cuando no queremos reunirnos para orar o compartir temas referidos a la religión.
Cuando nos estancamos en una determinada situación religiosa, alegando que aquello es suficiente para llenarnos espiritualmente, y no queremos proseguir e nuestros conocimiento acerca de la espiritualidad.
Cuando tenemos prejuicios, lo cual perjudica nuestra visión de la Verdad.
Cuando buscamos a Dios únicamente para nuestro propio provecho.
Cuando nuestros actos no producen frutos reales.
Tipos de ceguera espiritual
Hay diferentes tipos o clases de ceguera espiritual y todas afectan nuestra espiritualidad de diferentes maneras y en distintos grados. Cuando la ceguera ataca no alcanzas a ver de una manera amplia lo que Dios te tiene reservado a ti, ni el propósito que Dios tiene para tu vida y la de aquellos que Él ha puesto a tu cuidado. Esta es la ceguera espiritual que limita el actuar de muchos ministerios y grupos y que no permite que el pueblo de Dios se desarrolle espiritualmente.
Ese tipo de personas pretenden resolver las necesidades que están lejos, mientras que ellas mismas no ven, o pretenden no ver, lo que está sucediendo a su alrededor.

Los principales tipos de ceguera espiritual son:
La búsqueda de ganancias personales: Cuando la persona está cegada por consideraciones de carácter personal acerca de cómo le afectarían a él las cosas y cómo podría sacar mayor provecho de ellas, tanto en el terreno espiritual como en el material. Si un día te preguntas: “qué voy a ganar o a perder si hago esto o aquello”, estás en grave peligro de ceguera espiritual.
El celo religioso exacerbado: Debemos ser conscientes de que tener especial celo por algo no prueba necesariamente que ese algo sea correcto, ni tampoco que estemos en el buen camino. Nuestro celo puede ser en sí mismo algo que nos ciega y no nos permite contemplar el entorno de una determinada situación, sino que solamente apreciamos lo que pensamos que es mejor, sin ningún tipo de consideraciones, e incluso a veces sin atender opiniones ajenas e imparciales.
El fanatismo religioso: Aunque al principio la palabra fanático llegó a significar protector del templo ya que proviene del latín fanum, que significa templo, posteriormente adquirió el sentido de una intemperancia desmedida en defensa de la religión. En otras palabras, el fanatismo es una pasión exacerbada, desmedida y tenaz hacia una determinada causa, en este caso religiosa.
La diferencia entre religioso y fanático reside en el hecho de que la persona religiosa ve la religión como un medio para aprender y salvarse, mientras que el fanático trata la religión como algo incuestionable. Además la persona fanática considera que quien piensa diferente a ella se convierte en una especie de adversario religioso.
El fanático es, por lo general, una persona ignorante e ingenua que no acepta consejos ni opiniones, y que se identifica con la causa que defiende actuando como juez de su verdad.
Los efectos de la ceguera espiritual
La ceguera espiritual es una condición real en todo ser humano desde su nacimiento y, por lo tanto, debe procurarse ayuda inmediata para su sanación en el mismo momento en que es consciente de su ceguera. De lo contrario jamás tendrá una fe vívida sobre las verdades del Evangelio y, por ello, su salvación espiritual será cada día más difícil de alcanzar.
Por otra parte, una persona que no acepta sinceramente su ceguera espiritual nunca tendrá a su alcance el arrepentimiento de sus acciones, ni verá con claridad el mensaje que Cristo quiere comunicarle para mejorar su vida cristiana. Esta propia ceguera espiritual lo hundirá más aún en el entorno de su diario vivir.
En definitiva, las personas verdaderamente ciegas son aquellas que creen únicamente en lo que miran, y deliberadamente prefieren no ver nada. Miran el mundo que existe a su alrededor, pero se rehúsan a ver en el mismo cualquier orden o significado. Están ciegas porque deciden serlo; inclusive negarían su vida antes que confesar su enfermedad. Prefieren seguir siendo ciegos antes que ser salvos. Prefieren ser su propio dios antes que confesarse con el Dios verdadero.

En otras palabras, perder la visión espiritual es perder el rango sobrenatural de la vida espiritual y quedar totalmente incapacitados para una efectiva y afectiva espiritualidad. El ciego no alcanzará a ver lo que Dios quiere hacer en su vida ni tampoco la situación por la que está atravesando, lo cual le conducirá irremediablemente hacia su propia destrucción.
Cómo recuperar la vista espiritual
Como hemos mencionado con anterioridad, nunca habrá sanación espiritual si no somos plena y sinceramente conscientes de nuestra enfermedad. Si sabes que estás padeciendo de algún tipo de ceguera espiritual, no te lo niegues a ti mismo. Humíllate ante la presencia de Dios y pídele que te abra los ojos espirituales para que puedas ver lo que El tiene reservado para tu vida. No permitas que el enemigo te ponga una venda en los ojos y te robe tu salud espiritual. Abres tus ojos y muévete dentro de la voluntad divina y verás que Dios cumplirá sus propósitos en tu vida y así podrás andar en los caminos que El ha marcado para ti.
Esta es la única fórmula para la sanación espiritual: humillarte ante Dios, reconocer tu ceguera y pedirle a El que sane tu vista espiritual y traiga luz a tu corazón.
La vista espiritual es siempre un don de Dios
La visión espiritual es siempre un milagro del cielo. El que verdaderamente ve espiritualmente ha experimentado un milagro, justo en el fundamento de su vida. Entonces toda su vida espiritual brota de un milagro: el de habérsele impartido vida a unos ojos que antes no veían. Es justamente aquí donde comienza la vida espiritual: viendo.
Pídele siempre y en todo momento al Espíritu Santo que obre en ti este milagro para que puedas ver y entender y así Jesús no tenga que decirte “por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo ni oyen ni entienden” (Mateo 13:13).
“Hijo del hombre, tú vives en medio de una casa rebelde; tienen ojos para ver, pero no ven; oídos para oír, y no oyen, porque son una casa rebelde”.
(Ezequiel 12:2)

LA INTELIGENCIA ESPIRITUAL



“Por eso, tampoco nosotros dejamos de rogar por vosotros desde el día que lo oímos, y de pedir que lleguéis al pleno conocimiento de su voluntad con toda sabiduría e inteligencia espiritual”. (Colosenses 1:9)
En primer lugar debemos indicar que los términos griegos nûs y pneuma se refieren ambos al espíritu, aunque con una gran diferencia entre ellos. Así como el pneuma identifica el espíritu en general, el nûs es la parte superior o racional del mismo. El nûs es el principio de la inteligencia y del juicio moral, el cual, normalmente recto, tiende a pervertirse por la carne y debe ser renovado en el propio espíritu y por el Espíritu.
Lo anterior nos lo confirma Pablo de Tarso cuando nos ordena: “renovad el espíritu de vuestra mente” (Efesios 4:23). También Pablo nos indica que “os habéis revestido del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador” (Colosenses 3:10).
Por consiguiente, el nûs es la inteligencia espiritual, la cual relaciona el espíritu y la materia, se ocupa de la trascendencia de lo sagrado y de los comportamientos virtuosos: perdón, gratitud, humildad y compasión. Se comprende que somos parte de un Todo, con el cual necesitamos estar permanentemente en contacto, tanto por medio de la oración personal como asumiendo nuestra responsabilidad social y moral, y también practicando las leyes espirituales del amor, paz y felicidad.
Bajo el punto de vista estrictamente religioso, podemos aseverar que la inteligencia espiritual es la facultad que te da el Espíritu Santo para que tu nûs o mente espiritual comprenda a Dios y las cosas de Dios. Ello nos dará la facultad de conocer las cosas espirituales, captarlas y comprenderlas.
Pablo de Tarso les dijo a los corintios que “no pude hablaros como a los hombres espirituales, sino como a los carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar” (1ª. Corintios 3:1-2). Pablo les advirtió de esta manera porque los allí reunidos no habían alcanzado aún la inteligencia espiritual.
Definitivamente hay algo más profundo que nuestra mente humana; algo más allá del afecto y la emoción; algo más poderoso que la voluntad. Es la existencia del espíritu en nuestro interior que nos permite disponer de la inteligencia espiritual, la cual concede la capacidad de profundizar o de trascender lo superficial, tratando de ahondar hasta el infinito.
Lao-Tse, que significa el Viejo Maestro, un filosofo chino del siglo VI a.C., en su obra „Tao Te Ching‟ nos dice que el necio sólo percibe la diferencia, mientras que el sabio

capta lo que une. Por ello la inteligencia espiritual nos concede la capacidad de ver lo que nos une, antes que lo que nos separa.
La inteligencia espiritual tiene que ver con la sabiduría y el conocimiento de Dios, y esto es un asunto de la mente espiritual, el nûs. Pablo de Tarso nos dice en Efesios 1:17-18 que la sabiduría y el conocimiento alumbran los ojos de nuestro entendimiento. El cristiano que posee la inteligencia espiritual jamás vive vacíos espirituales porque está lleno del pleno conocimiento de la Palabra de Dios, la cual le sustenta en su vida diaria. Siempre se mantiene firme, objetivo y estable.
La pregunta que con toda seguridad se esta formulando el lector de este trabajo es: Y cómo obtengo yo la inteligencia espiritual? El mismo Pablo nos da la respuesta: “Efectivamente, los que viven según la carne desean lo carnal; mas los que viven según el espíritu, lo espiritual” (Romanos 8:5). Y a los filipenses Pablo les dijo: “Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud o valor, tenedlo en aprecio” (Filipenses 4:8). Estos son los frutos de la inteligencia espiritual.
La inteligencia espiritual da respuesta al sentido de la vida y contesta a las inquietudes acerca del por qué vivir y del qué hay mas allá de la propia vida. Es el ápice espiritual o conciencia por medio del cual Dios nos habla. La inteligencia espiritual genera el sentimiento de vivir una vida con sentido, estimula la esperanza y permite la captación de valores.
Sin embargo, debemos ser conscientes de que para alcanzar la inteligencia espiritual no basta con conocer sus diferentes aspectos ni el sentido de los mismos. Nunca alcanzaremos esta inteligencia hasta que, además del conocimiento, apliquemos la comprensión a lo aprendido. No es igual conocer que comprender.
El claro ejemplo sobre ello es la propia Palabra de Dios: podemos leer toda la Biblia y hasta gustarnos lo leído, pero hasta que no comprendamos el significado de lo escrito, hasta no comprender qué quiso decirnos Jesús a través de sus mensajes, sólo nos quedará el conocimiento, pero no la comprensión, lo cual hará muy difícil, e incluso imposible a veces, poder aplicar esos mensajes a nuestra propia vida. Y esa comprensión es, precisamente, la función principal de la inteligencia espiritual.
Por otra parte es importante cuidar y mantener viva la inteligencia espiritual. Para ello debemos huir de lo material y centrarnos en lo espiritual. Sabemos que la materia es un componente de la realidad, pero no basta ni siquiera en la ciencia. Junto a la masa hay que percibir la energía. Por ello, el materialismo es la cárcel del pensamiento, su negación. Aristóteles advertía que no es el cuerpo el que contiene el alma, sino al revés; el alma es la que contiene el cuerpo, lo vivifica y lo dirige. No hay filosofía sin espiritualidad; no hay cultura sin espiritualidad; no hay comunicación con Dios sin espiritualidad.
En un entorno espiritualmente rico, donde la vida espiritual se desarrolla creativa y eficazmente, se estimula la inteligencia espiritual; mientras que en un ambiente

materialista y pragmático, utilitarista y consumista, esta inteligencia espiritual simplemente permanece atrofiada.
Y cuando la inteligencia espiritual queda atrofiada, se suelen provocar dos consecuencias dramáticas: el fanatismo y el maniqueísmo. El fanático sólo ve lo que le separa del otro y convierte al que no piensa como él en un enemigo a batir o a convertir. En segundo lugar, la atrofia de la inteligencia espiritual conduce al maniqueísmo de buenos y malos, que es la base de la formulación de Maniqueo: sólo hay, según su errónea doctrina, dos principios creadores, uno para el bien y otro para el mal.
La persona es el único ser que puede tomar distancia del mundo y de sí mismo para interrogarse sobre el sentido y el fundamento de su ser y de su existir. Siendo del mundo y de sí mismo, puede objetivar al mundo y a sí mismo y buscar un Ser Absoluto que lo justifique todo. Cuando lo hace, ya ha desarrollado su inteligencia espiritual.
Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras.
(Lucas 24:45).
BIBLIOGRAFIA
Francesc Torralba Inteligencia espiritual
Howard Gardner Inteligencias múltiples
Jacques Maritain Por una filosofía de la educación
Holder, Coleman y Wallace Journal of Happiness Studies
P. Tomas Spidlik, S.J. La antropología Cristiana
Lao-Tse Tao Te Ching
Desclee de Brouwer Biblia de Jerusalén
El Libro de Hechos dice:" 13:22 Quitado Saúl, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.13:36 Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus padres, y vio corrupción".

QUMRAN ILUMINA SOBRE EL MONOTEÍSMO

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Lectura Qumrán Este es un archivo personal, resultado de seis años de investigación y recolección de información sobre el monoteísmo en sus tres grandes Ramas, cómo son el Judaísmo, Cristianismo e Islamismo, resaltando sus historias individuales,creencias y doctrinas y derivados de las mismas. .QUMRÁN en honor a las cuevas donde se hallaron Rollos originales de libros de la Biblia. Espero le sea útile el contenido del Archivo compuesto de ocho asuntos. Mapa Mapa Valle del Jordan Fotos del lugar

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