Hay
que despertar del sueño romántico y extra bíblico de la solo fide, y nada de demandas
o nada
de levantar manos para el Señor en contraposición a las indulgencias del
papado; y así se omitió las enseñanzas referentes al servicio u obras que miden
nuestra espiritualidad delante de Dios. Una ley real, es el amor al prójimo, y
la llamo real, porque es bíblica y de aplicación necesaria para todos y por lo
tanto general, como es también la expresión del amor fraternal. Es real por que
procede de la autoridad de Dios para los hombres, y es útil, conveniente y
necesaria a la situación de la humanidad presente. Así que no es un buen
argumento bíblico para desmeritar el
mover y actuar de hermanos en la actualidad.
La
justificación no sólo significa perdón de pecados sino también recibir la
aprobación divina. Dios aprueba por causa se la obediencia a la voluntad suya.
El no aprobará a ninguno que no sea obediente. La obediencia es requisito
necesario para mantener la fe. Bajo Dios la fe vive por las obras; y éstas a su
vez, dan excelencia a la fe. V. g. Abraham y Rahad (Jos. 2, 1 y ssgs. Y He 11,
31 y ssgs. ). No puede haber fe genuina sin obras buenas en la manera que no
puede haber vida en el planeta sin aíre.
Esta enseñanza de la sola fe, hace a muchos “cristianos”
fríos e indiferentes a las necesidades de su prójimo; y buscan el refugio y la racionalización a sus
acciones contrarias a lo demanda de Dios o Señor, a la también mal entendida,
comprendida e interpretada Gracia y Perdón de Dios. Ésta situación me recuerda
cuando la abuela paterna me compró la pizarra para practica de la escritura, y
más era lo que borraba que lo que hacia bien. La débil conciencia de otros no
sólo se afecta por comer lo indebido, sino también, por las actitudes, acciones
y disposiciones que no corresponden a las verdaderas enseñanzas del Señor (1
Corintios 8, 11 al 13) y además Hebreos 10, 26 (algunos argumentan que éste
texto es para los judíos); y entonces los textos posteriores están fuera de
contexto. No se debe mutilar la Palabra de Dios, para beneficio propio.
Siervo. Roberto Fonseca Murillo.