San Lucas 22, 30 al 34
Pedro fue advertido por el Señor,
que le negaría tres veces, pero antes le
dijo que Satanás lo había pedido para zarandearos y por ello había rogado, para que su fe no falte ¿Porque fue lo que oro el Señor? ¿Que no
le negaré? O ¿Que no le
abandonaré?
No hay duda que la fogosidad e
impetuosidad de espíritu l hacia a Pedro
un entusiasta acelerado y es un motivo de oración de su maestro, pero creó hay
algo más profundo como propósito de su
rogativa por Simón ante el Padre; y esa es la firmeza de su fe. La fe es un
continua y leal relación con el Señor, es un caminar en el cual en ocasiones me
suelto de la mano de mi Redentor, pero el Espíritu me redarguye y admito la
culpa y puedo llorar de arrepentimiento o de remordimiento si así
se quiere ver, pero continúo en el caminar hacia la plenitud de una nueva vida; la oración del
Maestro fue efectiva porque: 1. Pedro pudo caer
de acuerdo a lo anunciado por Jesús, pero en ningún momento le abandono en esa noche.
2. Pedro pudo fallar en su valor, pero no en su fe continua con el Señor. Y 3.
Todos los discípulos del Rabí le abandonaron, menos Pedro.
La vida en el Señor es reconocer
constantemente, que debo estar de su
lado porque le pertenezco; esperar en él respondiéndole y ello implica admitir
su soberanía y poder ilimitado; una vida es efectiva para Dios en el buen intento y el sincero
propósito para con él y en él
Pedro muestra en sus palabras
para con el Señor, una sincera y profunda disposición de ir con él en cualquier
circunstancia (Lc. 22, 33), pero no cuento las fuerzas de lo alto sino con las
mías propias, y fallo en mi honesto deseo o propósito (Lc. 22, 61); debo
continuar velando y velar no impide adormecer cuando no se esta debidamente
preparado con las fuerzas y poder de lo alto.
Hallarme constantemente en el
Señor; encontrarme buscando lo que él espera;
velando en la búsqueda de sus
demandas, es hallarse en él creciendo, en el Dios de la obra y en su obra misma
(Lc. 12, 37 y 43); en el Dios de la obra siempre animado, ferviente y
obediente; en la obra del Señor siempre activo, diligente y decidido. Cristo es
la causa o motivo por lo cual sucede o de hace algo para bien, efecto y valor
de mi vida misma, y eso que se logra hacer o suceder en bien, admito que sólo
es posible, hallándome o velando bajo la guía y poder del Santo Espíritu; fue
lo que San Pedro pudo experimentar después del pentecostés y ahora es de
ejemplo para mi. A pesar de perdida de valor en determinados momentos, supo
continuar cerca del Señor y Jesucristo en su omnisciencia lo comprendía; el
amor sincero permitió a San Pedro, no solo pastorear, sino Apacentar sus
ovejas. (San Juan 21, 17).
Dios Padre en Dios Hijo y en
compañía del Espíritu Santo, son el énfasis y fuerza de expresión de una
verdadera vida permanente en Él Isaías 40, 26 y Apocalipsis 2, 10
Siervo