“TENEMOS LA MENTE DE CRISTO”
1 Corintios 2
Por Dr. Gerardo Laursen
Usado con permiso
La Biblia dice que los creyentes tenemos la mente de Cristo. Se declara en 1 Co. 2:16, “Porque ¿quién conoció la
mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” ¿Cómo sería posible que una
limitada criatura humana conociera la mente del infinito Dios? Hay una sola manera: cuando el Señor la revela. Y
se revela por las Escrituras y por el Espíritu Santo. También se aprende algo de ella por las experiencias
personales, especialmente por las malas decisiones que nos enseñan lo que no fue de su mente, pero aun así, las
experiencias no se comparan con las otras dos fuentes. Veamos unas nueve explicaciones procedentes de éstas en
1 Co. capítulo 2.
1. Tenemos la mente de Cristo porque no podemos funcionar bien sin ella. 1 Co. 2:1, “Así que, hermanos,
cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría.”
Con 2:3, “Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor.”
El secreto de vencer el temor y la debilidad y de tener la sabiduría es tener la mente de Cristo.
2. Tenemos la mente de Cristo para entenderle a él mismo y la cruz. 1 Co. 2:2, “Pues me propuse no saber
entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado.”
El enfoque de nuestra vida es Jesucristo: quién es y qué hace. Su significado y el de la cruz no dependen de la
sabiduría humana. Una diferencia entre inteligencia y sabiduría: el inteligente sabe qué decir, pero el sabio sabe si
lo dice o no. Y el sabio dice que Jesús murió en nuestro lugar, cancelando así nuestra deuda. Con la salvación ya
pagada, es cuestión de recibirla, que requiere fe.
3. Tenemos la mente de Cristo con la ayuda del Espíritu Santo. 1 Co. 2:4, “y ni mi palabra ni mi predicación
fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder.”
Considere lo que el apóstol Pablo aguantó. 1 Co. 4:9-12, “Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros
los apóstoles como postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los
ángeles y a los hombres. Nosotros somos insensatos por amor de Cristo, mas vosotros prudentes en Cristo;
nosotros débiles, mas vosotros fuertes; vosotros honorables, mas nosotros despreciados. Hasta esta hora
padecemos hambre, tenemos sed, estamos desnudos, somos abofeteados, y no tenemos morada fija. Nos fatigamos
trabajando con nuestras propias manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos.”
El Espíritu Santo le dio a Pablo la sabiduría y el poder de sobrevivir circunstancias y abusos. Y en la Segunda
epístola de Corintios, vemos que tenía tanto de la mente de Cristo que le fue necesario meter un control para evitar
posibles jactancias. 2 Co. 12:7 dice, “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente,
me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca
sobremanera.”
4. Tenemos la mente de Cristo para darnos poder. 1 Co. 2:5, “para que vuestra fe no esté fundada en la
sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.”
Sabiendo lo que piensa Cristo de un asunto, podemos avanzar con toda confianza y poder.
5. Tenemos la mente de Cristo que nos provee madurez. 1 Co. 2:6, “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los
que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen.”
La sabiduría popular del tiempo de Pablo, y también de nuestro tiempo, es: “¿Qué beneficio hay para mí?” Nuestra
mente transformada piensa más bien: “¿Qué beneficio hay para Cristo?” El maduro no malgasta sus recursos en
vicios o en cosas secundarias. Trabaja para tener recursos amplios que puede compartir con los necesitados y con 2
la iglesia. El inmaduro hace errores. El maduro no tanto. El inmaduro estudia medicina con la meta de ganar
mucho dinero. El maduro estudia medicina con la meta de ayudar a muchos que sufren. El inmaduro se queja de
sus circunstancias. El maduro alaba a Dios por su soberanía.
6. Tenemos la mente de Cristo que nos provee sabiduría. 1 Co. 2:7-8, “Mas hablamos sabiduría de Dios en
misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria, la que ninguno de los
príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.”
Ignorancia produce inmensa maldad: Cristo fue inocente, sin embargo fue crucificado. Para vivir glorificando a
Dios, necesitamos la sabiduría, y el Señor es la fuente de ella.
7. Tenemos la mente de Cristo que nos revela bendiciones. 1 Co. 2:9-12, “Antes bien, como está escrito: Cosas
que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le
aman.
Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de
Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así
tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del
mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido.”
En la primera lectura, parece que las cosas preparadas aquí son las del cielo, pero el texto sigue con “Dios nos las
reveló”. Entonces tienen que ver con las bendiciones actuales, por ejemplo, el perdón, la pureza, la esperanza y la
gracia que son verdades profundas: ¡cosas inaccesibles al hombre natural! El pasaje se refiere a Is. 64:4, “Ni nunca
oyeron, ni oídos percibieron, ni ojo ha visto a Dios fuera de ti, que hiciese por el que en él espera.” El requisito
para oír, percibir y ver es la fe.
8. Tenemos la mente de Cristo para que el Espíritu Santo pueda enseñarnos. 1 Co. 2:13, “lo cual también
hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo
espiritual a lo espiritual.”
Una manera que el Espíritu nos enseña es por la sabiduría que nos da al comparar los diferentes pasajes sobre un
tema de la Biblia para reconocer un concepto completo y en contexto global. Otra manera es en darnos
discernimiento sobre cosas espirituales, el punto siguiente.
9. Tenemos la mente de Cristo que nos provee discernimiento. 1 Co. 2:14-16, “Pero el hombre natural no
percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han
de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque
¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.”
Lo espiritual para el hombre natural es igual que la pintura al ciego o la música al sordo. Juzgar lo espiritual es
juzgar capacitado por Dios. ¡Qué ventaja es ser amigo de Cristo! Jn. 15:15, “Ya no os llamaré siervos, porque el
siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las
he dado a conocer.”
Por revelación, Dios dio discernimiento a los autores humanos de la Biblia para que en las Escrituras tuviéramos la
pura verdad. Gá. 1:11-12, “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según
hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo.”
Como habíamos comenzado este artículo, ¿cómo sería posible que un limitado ser humano conociera la mente del
infinito Dios? Hay una sola manera: cuando el Señor se la revela; y lo hace por las Escrituras y por el Espíritu
Santo. Entonces, con la mente de Cristo podemos, reconocer la verdad, amar lo bueno, escoger lo correcto, hacer la
voluntad de Dios y sufrir por otros. ¿Estamos dispuestos a hacer estas cosas? Bellas bendiciones nos esperan, si
deseamos la madurez y la sabiduría de Cristo. Qué el Señor le guíe. Y, puesto que la mente de Cristo se revela en
las Escrituras, tenemos una obligación de ser estudiosos de la Biblia.
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