1 Reyes 22, 9 al 14
Las relaciones entre personas en algunos casos dependen de
las palabras que tienden a engrandecer el ego o a satisfacer expectativas
personales. Hay expertos para deducir lo que el otro quiere o espera que se le
diga, y de hay surge la ironía, la adulación o los cumplidos. Alguien decía aconsejando
sobre las relaciones “Diles lo que les gusta y quieren oír”; y no todas
las personas sirve para burlarse, y aunque sea fina y
disimulada. Micaías era de esos profetas que no se amilana con nada, y menos en
los asuntos del Señor, y sin embargo parece ser que adulo las palabras de otros
consejeros del rey Acab y le hablo de la prosperidad esperada como de la
victoria en la guerra, para la cual se preparada (1 R. 22, 15); y eran las
mismas palabra de los profetas a favor del rey, y mantenidos por su esposa
Jezabel (1 R. 18, 19b). Una gran verdad inferida en ocasiones, es saber que existen quienes no le gusta confrontar su realidad,
y son en potencia enemigos de quienes pretendan atreverse hacerlo.
El aborrecimiento es la respuesta recibida de parte de
quienes se deben confrontar a la luz de la palabra del Señor y el ejemplo esta
en el mismo Acab para con Micaías “le aborrezco, porque nunca me profetiza
bien, sino solamente mal” (22, 18) ¿Cuál mal? La verdad (20, 42 y 43); ahora,
como puede un convencido de Dios, que el revela las ordenes de alguna manera,
privarse de hacer o decir, lo que Él le revele; y se debe obedecer sin titubeos
o temores, inmediatamente y le toco anunciar sentencia.
El problema del rey Acab, es de discernimiento sobre una
sentencia o sobre una advertencia, de parte del Señor: se encierra en si mismo
(ira y tristeza) ante el anuncio de su castigo o comprender como pastor del
pueblo, su real situación de peligro (19, 39 al 43 y 22, 17); admitir el
rompimiento de los principios trazados de Dios. Comprender que ante el Soberano
es un anatema y como tal tiene sus consecuencias. Hoy es muy común encontrar
personas pisoteando la sangre del Señor y sin ningún sentido de culpa, por la
conciencia incorrecta; no hay que establecer una batalla con el Señor, la cual
con seguridad se pierde, sino hay un genuino arrepentimiento, y el cual se
elude, rechazando o aborreciendo a quienes en el nombre del Misericordioso,
quieren ayudarle a alcanzar su bien (Romano 9, 3).
Las confrontaciones deben traer enojo es consigo mismo o
sobre si mismo (1 S. 15, 32). Las palabras mal entendidas o con la intensión de
aludirlas, pueden librarnos de la real voluntad del Señor. El Señor espera una genuina
humillación y un corazón quebrantado; y el enojarse con el que exhorta o
confronta, y piensa que se le quiere hacer daño, es sencilla mente, soberbia (22,
27).
La verdad no es la que conviene y hace sentir bien siempre (22, 16); La
verdadera Palabra no admitida u obedecida, produce la muerte o física o
espiritual; el mal en una persona es lo que en muchas ocasiones, sentir mal en el interior, y el mismo espíritu, está revelando
la realidad. Queremos vivir en un mundo de incertidumbre y falacia,
rediculacion, adulación y lisonjeras; no se puede vivir de pareceres u
opiniones que engañan y se oponen a la verdad, la cual edifica (2 P. 1, y 21), so pretexto, de falta de amor
o grosería; más aun “la misma verdad viene por la unción misma” (1 Juan 2, 27).
“No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca; reprende al
sabio, y te amará.” Pr. 9, 8
Siervo Roberto Fonseca Murillo