La iglesia Ortodoxa Rumana tuvo un beneficio de 85 millone

La iglesia Ortodoxa Rumana tuvo un beneficio de 85 millones de euros en el 2011, año en el que tuvieron lugar los brutales recortes a funcionarios y pensionistas y de la dramática reducción del presupuesto destinado a la educación o la sanidad por parte del gobierno de Rumania.

Mientras tanto, el 32,2 por ciento de los ancianos del pais sobreviven con pensiones por debajo de los 200 lei (50 euros).

En la Rumania actual, donde hay mas de 3 millones de trabajadores que fueron obligados a huir del país para poder trabajar (tras la destrucción, en dos décadas de capitalismo salvaje, de 4 millones de puestos de trabajo de los mas de 8 que la potente industria y agricultura rumana ofrecían a los rumanos en 1989 ), sin embargo se construyen, según las estadísticas, dos iglesias por dia.

Además de la vergonzosa situación de los pensionistas rumanos, que como hemos dicho sobreviven con menos de 200 lei por mes, en la Rumanía de hoy el 25 por ciento de los trabajadores recibe mensualmente a cambio de su fuerza de trabajo menos de 160 euros al mes, y el 60% tienen que llegar a final de mes con menos de 350 euros brutos, según recientes datos publicados por el Ministerio de Trabajo.

Por otro lado, Rumania es el pais que menos porcentaje de su PIB destina a educación, mientras del presupuesto público salen los salarios de los sacerdotes y la mayor parte de financiación de la construcción y mantenimiento de iglesias y su jerarquia. Y es que la tirania del mercado, como todos los regímenes totalitarios, también prefiere que sus esclavos sean incultos y, por lo tanto, creyentes en la iglesia (lo que no quiere decir, aunque se intente identificar una cosa con otra a pesar de ser normalmente contradictorias, que realmente tengan fe en un dios o, incluso, conozcan, aunque sea superficialmente, su doctrina).

Curiosamente, el dantesco escenario en el que ha tenido que vivir la clase trabajadora rumana durante los últimos 22 años de "paraiso capitalista" coincide con la marcha viento en popa de la iglesia ortodoxa que, además de la enorme financiación recibida de parte del estado rumano, de chupar la sangre a los crédulos creyentes y de otros negocios mas o menos sucios, ahora pretende elevar junto a la Casa del Pueblo de Bucarest, construida durante los últimos años del Socialismo y tan criticada por los medios de propaganda del régimen, una nueva catedral, tan grande como el edificio comunista, con un coste (mayoritariamente pagado por el presupuesto público, es decir, por todos los rumanos) de 400 millones de euros.

Supuesto que los medios de manipulación masiva no dicen ni mú ante el dispendio, como tampoco dicen apenas nada del contraste entre el lujo de la iglesia ortodoxa rumana mientras millones de rumanos viven lejos de su casa y su familia porque su país no les ofrece ya un puesto de trabajo, y quienes se han quedado tienen que llegar a fin de mes, si es que llegan, haciendo malabarismos, eso sí, milagrosos.

Tampoco parece importarles a los medios de propaganda capitalistas, tan anticomunistas ellos y tan defensores acerrimos del régimen que ha provocado el caos actual, un verdadero genocidio social, que un tercio de los pensionistas tengan que pedir por las calles de la ciudad para poder pagar la calefacción de su casa o algo de comida, mientras, eso si, como dios (y las multinacionales) mandan, van obedientemente a la iglesia y, de paso, dejan algo en el cepillo.

Y es que, como sucede también con la Iglesia Católica, otro claro ejemplo de adoración al becerro de oro bajo la fachada de ser la verdadera iglesia de Cristo, las torres de los templos ortodoxos de Rumania son, como lo son y siempre lo fueron todas las torres de cualquier iglesia, el verdadero símbolo del poder de la aristocracia y la burguesia y del sometimiento de la clase trabajadora a sus intereses, ademas de constatar la certera fórmula que viene a decir que a mas poder y riqueza de la iglesia oficial de un pueblo, mas sometido y dominado estará este. 

Guerrero Espiritual

Por Jay Litvin

Francamente, yo detesto que se llama una persona religiosa.Sé que suena muy aburrido. Me recuerda a una persona que una vez me dijo lo mucho que me envidiaba. "La vida por ti es tan sencillo", dijo. "Por tu religión te dice qué hacer y qué no hacer, y te da todas las respuestas." Chico, me gustaría. Pero, en verdad, esto es lo que la palabra "religión" evoca: algo un poco viejo y serio, quizás incluso un poco crujiente. Algo tranquilo y pacífico, apenas vivo, y nunca en movimiento. Y así, yo rechazo el título de "persona religiosa." Yo sólo soy un tipo que se parece a una persona religiosa. Entonces, ¿qué soy yo? Bueno, en verdad, la vida se siente más a mí como un campo de batalla de un servicio de oración, y mi realidad interna es más que la de un guerrero que una persona piadosa. Así pues, si me tengo que marcar nada (que evitar hacer fuerza), yo tendría que decir que soy un "guerrero espiritual". Y esto es lo que eso significa para mí. Un guerrero es aquel que entra en el campo de batalla con una saludable dosis de miedo y una mayor dosis de amor. Él lucha por un principio, o por su país, o por su rey, y su amor por estos supera el temor que siente por su propia seguridad. Se requiere coraje y habilidad, pues corre el riesgo de su propia vida. Un guerrero ama el campo de batalla, sino que es aquí donde es más vivo.Se debe actuar en todo momento con su pleno conocimiento y capacidad, ni el más mínimo retraso provocará su caída. El campo de batalla da a luz de las capacidades y potencialidades de guerreros que él ni siquiera sabía que existía dentro de sí mismo. Y así, mientras él lucha, él está en un estado constante de auto-descubrimiento. El verdadero guerrero añora el campo de batalla, para el resto de la vida parece en comparación como un lugar en el que es capaz de realizar sólo una pequeña parte de lo que es. Así que anhela el desafío y el encuentro.Le encanta vivir al límite. Es aquí donde está la mayor parte de quién es, y donde descubre que él es de hecho más de que él piensa que es. Vivir como un Judio y un jasid es esta experiencia. Se trata de un encuentro con el Todopoderoso y conmigo mismo. Es el lugar de auto-descubrimiento y el desafío. Se requiere la valentía de enfrentarse a lo que soy y que no lo soy. Se necesita una voluntad de ver el potencial de que puedo ser, y hacer frente a la pequeñez de lo que me he permitido ser. Cuando estoy viviendo judaicamente, estoy viviendo en el borde. Yo estoy en la tierra de nadie, donde cada encuentro, cada momento, presenta una oportunidad para aprender, actuar, perfeccionar a los y transformar. A veces, como el Rey Arturo, estoy luchando contra dragones dentro y por fuera, a veces me desafió por las bestias que amenazan con devorarme con su ira y el miedo, a veces estoy luchando por mi propia salud mental, en un intento de reconciliar el mundo táctil con un mundo que no puede ser visto, oído ni tocado. Como un guerrero espiritual, cuando tengo la bendición de estar viviendo justo en el medio del campo de batalla estoy lleno de vida, la lucha libre en el borde de lo que soy. No importa si estoy en la oración, dando a mi hijo un baño, o sentado en mi computadora. El campo de batalla incluye mis relaciones personales, mis deseos interiores, mi cuenta bancaria en descubierto, y mi constante falta de sueño. Abarca mi matrimonio y el empleo. Mi frustración, la paciencia, la envidia, la lujuria y la codicia. Es un estado de ánimo, la voluntad de encontrar a Di-s en todos los lugares, y para él cumplir plenamente, y esto le permite penetrar en lo más profundo de lo que soy y para disipar todas las imágenes de los que creo que soy. Cada vez, y hay muchas veces este tipo, que se enfrenta el imperativo de lo que tengo que ver con la renuencia de lo que quiero hacer, cada vez que tengo que transformar los pensamientos y las actitudes formadas a través de años de vida y acondicionamiento en los pensamientos santos y actitudes santas, estoy en el campo de batalla. Ya se trate de dar caridad de los pocos centavos que quedan en el cofre, o asumir una responsabilidad adicional, o se ofrece a ayudar a un amigo, o ni siquiera un amigo cuando apenas puedo mantenerme despierto, estoy en el campo de batalla. Cuando la tragedia golpea a mi familia, Di-s no lo permita, y tengo que descubrir una forma de ser a la vez real con mi dolor y sin embargo seguir siendo conscientes de lo bueno que sabe que Di-s le da a todo el mundo, estoy siendo un guerrero espiritual. Como un guerrero espiritual, descubro mi fe cuando estoy en los límites de mi fe. Me parece a mi amor de Di-s cuando estoy enojado con Di-s. Me parece mi confianza en el protector del mundo cuando estoy en mi más asustado. Y me encuentro con mi obediencia al Todopoderoso cuando me siento el más rebelde. Yo soy un guerrero espiritual cuando me siento totalmente mi desesperación, y encontrar la esperanza para seguir adelante. Cuando me siento traicionado, sin embargo, descubrir mi confianza. Al llegar más alto de lo que debería, a continuación, fallar y caer, sólo para descubrir que he aterrizado en una estación más alta que la de la que llegué. En este campo de batalla llamado Yiddishkeit , estoy llegando al límite sólo para encontrar que mi límite está muy lejos de lo que yo pensaba que era.Yo estoy vivo y en crecimiento, en movimiento, en el proceso. Asustado y lleno de júbilo. Deseo la victoria, y no tener la menor idea de lo que significa. Para mí, todo lo demás, como el rabino Shneur Zalman de Liadi dice en suTanya , es vanidad. Para ser abatida por el hecho de que siempre estoy en medio de una lucha es fingir que soy algo más que lo que realmente soy.Se trata de fingir que soy un tzadik , uno de los pocos justos que han vencido el negativo dentro de sí mismos, cuando en realidad puede aspirar, en mis mejores momentos, sólo para el nivel de beinoni , el guerrero espiritual en el campo de batalla de la vida . El Tanya nos dice que debemos alegrarnos cuando se nos desafía dentro o fuera, porque esa es nuestra tarea: para entrar en el campo de batalla.Estamos, me parece a mí, al igual que los soldados que se han entrenado para la batalla sin fin, y gritar de alegría cuando por fin llega el momento para poner a prueba sus habilidades y encontrar la verdadera materia de la que están hechos. Y este es el reto del guerrero espiritual: encontrar el material del que está hecho, ya sea de su agrado o no, y traer a sí mismo plenamente en la lucha consigo mismo y su encuentro con Di-s. Me parece terrible esta batalla, porque no tengo ni idea de a dónde nos llevará. Se me obliga a abrirme a Di-s y permitirle a los confines más recónditos, los más íntimos de mí mismo. Me obliga a enfrentarse a la pregunta que azota: si de verdad que Di-s en lo que va a hacer a mí una vez que está allí? ¿Quién seré? ¿Cómo será el mundo se han vuelto? ¿Y cuál es mi lugar y propósito dentro de ella? Religiosa? Me? No lo creo. Una Torá es la vida no hay lugar para una persona religiosa. La religión es demasiado fuerte para un viaje a lo desconocido, en un lugar de encuentro con Di-s. Sólo un guerrero puede abarcar esa tarea. Sólo un jasid del Rebe puede esperar poseer tal valor.