Hebreos 4, 12
Siempre escuchó la justificación o racionalización, es que “somos humanos,” para eludir la responsabilidad nuestra de superar todo lo malo del viejo hombre en nosotros; es que un responsable de su buena condición ante la presencia del Señor, sabe que la renovación tanto de su mente, como de su corazón, es de parte y parte (ese es el sentido de Pacto o Alianza). Cada parte está en la obligación de esforzarse por cumplir con lo que le corresponde y esa acción implica voluntad, renuncia y abnegación y eso incluye la espera en Dios, del ánimo, valor infundido e inclinación por el bien (renovación y regeneración).
Cuando el alma descansa en Dios o su Hijo Encarnado; toda pena y temor y pecado cesan. Solo en Él nos renovamos en nuestra carne; solo el Dios viviente (chal) y creador de toda carne y de todo espíritu y principio y sostén de toda vida; Solo su fuego de lo alto puede rescatar y librar de esa natural inclinación al mal (zarka) y colocar la opción por el bien dentro de lo que hemos labrado, abonado y fertilizado en lo espiritual, en la dependencia y bajo el poder del Evangelio, Palabra y Santo Espíritu.
El Pámpano separado del Árbol de Vida no puede dar fruto y con el tiempo se muere.
San Juan 15, 5 al 7
Siervo
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