Vivir fuera
de la santa voluntad de Dios es vivir en uno de los siguientes estados de
carnalidad:
Abominación.
Vivir contrario a los mismos dictados de la naturaleza o de la ley natural o a
los dictados del Señor:
Romanos
1:27 y de la misma manera también los hombres, abandonando el uso natural de la
mujer, se encendieron en su lujuria unos con otros, cometiendo hechos
vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos el castigo correspondiente
a su extravío.
1
Timoteo 1:10 para los inmorales, homosexual, secuestradores, mentirosos, los que
juran en falso, y para cualquier otra cosa que es contraria a la sana doctrina,
Perversidad. Toda acción, actitud o disposición que conduzca a la pena, desprecio u opresión:
Perversidad. Toda acción, actitud o disposición que conduzca a la pena, desprecio u opresión:
Pero algunos perversos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste?
Y le tuvieron en poco, y no le trajeron presente; mas él disimuló. 1
Samuel 10, 27
Iniquidad. Producir pena o dolor o angustia o aflicción: Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de labios. Proverbios 4, 24
Iniquidad. Producir pena o dolor o angustia o aflicción: Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de labios. Proverbios 4, 24
La
concupiscencia. Es la misma inclinación o seducción por parte de la misma carne
o sus apetitos o deseos de lo inadecuado o incorrecto: no en pasión de
concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios. 1 Tesalonicenses 4, 5
Dios promete el exterminio de los anteriores
estados mencionados y para ello exige el sometimiento sincero y profundo a su
yugo. Él siendo consiente de nuestra naturaleza o inclinación al mal en sus
diferentes formas o distinciones, se nos presenta como siempre buscando
favorecernos con su amor perdonador, purificando la conciencia, purgando de
obras muertas en el nuevo pacto u alianza de remisión; y otorgando energía,
poder y autoridad sobre el pecado mismo: Porque también Cristo padeció una sola vez
por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la
verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu. 1 Pedro 3, 18
SIERVO.
SIERVO.
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