Isaías 28. Es tal el poder conquistador de los asirios, que pusieron tomar la ciudad y todo el reino como una deseada presa sin ninguna resistencia. Esto se refiere al reino de Israel y su inminente destrucción de manos de Salmanasar, por su intemperancia, desobediencia y profanidad. Los juicios de Dios se manifestarán línea sobre línea o de tiempo en tiempo hasta su cumplimiento cabal; como la paciencia que Dios había tenido con ellos desde la advertencia sobre la importancia de la obediencia y confianza en Dios; pero ellos las habían rechazado con desprecio y burla, de forma tal que hicieron pacto con la muerte y llegaron a un alto grado de idolatría las personas comprometidas. Dios mismo rompería el pacto de muerte hecho por ellos y todos los medios de defensa y protección serían insuficiente para su seguridad y para cubrirlos de los males que los amenazan. Los capítulos 29 al 33, tiene que ver con la inevitable invasión de Senaquerid, y la gran aflicción sufrida por los judíos, mientras continua la presencia del enemigo; la repentina e inesperada liberación por la inmediata intervención de Dios en su favor; el subsiguiente estado de prosperidad del reino bajo Ezequías; intercaladas reprensiones y amenazas de castigo, por su hipocresía , insensatez, infidelidad, falta de confianza en Dios y vana confianza en la ayuda de Egipto; y con promesas de tiempos mejores, tanto mediatos como inmediatos.
El juicio contra el leviatán Asiria
Isaías 30, 27 al 33. Con la criba naphah se aventaba el trigo y se limpiaba de la paja y el tamo; la criba con la cual Dios zarandeará al mundo será la criba de vacio o perdición; porque no quedara nada útil, sino que todo se reducirá a nada y perecerá. El freno que Dios pondrá en las mandíbulas del pueblo no lo dirigirá correctamente, sino que lo hará errar y lo llevara a la destrucción. La voz de Dios es la gran destrucción del ejercito asirio por el ángel del Señor, asiéndolos pasar por fuego en el valle de Tofet, llamado también valle de Hinón o Gehena; en el cual los cananeos, después los israelitas, sacrificaban sus hijos pásanoslo por fuego al dios Moloc. Isaías 31, 8. Efectivamente en una noche (disiparse como visión nocturna y no se conocerá más), el ángel del Señor trajo destrucción al campamento asirio y más de ciento ochenta mil hombres y el mismo Sanaquerib cayo en manos de sus príncipes, sus propios hijos.
SIERVO ROBERTO FONSECA MURILLO.
SIERVO ROBERTO FONSECA MURILLO.
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