Dios está buscando gente que sea pura de corazón (vea Mateo 5:8). Una persona que tiene un corazón puro, que está dispuesta a servir a Dios sin reservas, es verdaderamente poderosa. En el Salmo 51:6, David dice que tener un corazón puro significa tener verdad en nuestro “ser interior”, que es quien realmente somos en lo profundo de nuestro corazón. Tener un corazón puro comienza con prestar atención a nuestros pensamientos, porque de nuestros pensamientos vienen nuestras palabras, nuestras emociones, nuestras actitudes y nuestros motivos. Me llevó un largo tiempo comprender que Dios no bendice las acciones que se hacen por motivos erróneos o con un corazón impuro.
La pureza de corazón no es un rasgo natural; en la mayoría de nosotros, es algo para lo cual debemos trabajar. 1 Tesalonicenses 4:3 nos enseña a desear la pureza de corazón y perseguirla, porque es lo que Dios desea. Éste es un desafío que cada creyente debe querer aceptar, pero que no podemos afrontar solos.
Dios nos ha creado para ser dependientes de Él, para traerle a Él los desafíos que enfrentamos y pedirle que nos ayude con ellos. Sólo Él conoce lo que hay en nuestro corazón, y es un experto en quitar de nosotros las cosas sin valor para dejar las que son valiosas.
Hay un precio que pagar para tener un corazón puro, pero también hay una recompensa. No debemos tener miedo de asumir la responsabilidad de permitir que Dios haga una profunda obra de purificación en nosotros. No siempre nos sentiremos cómodos con la verdad que Él nos muestre, pero si hacemos nuestra parte -afrontándola, aceptándola y dejándonos cambiar- Dios asegura que seremos bendecidos.
Joyce Meyer es una maestra de la Palabra y la autora de varios éxitos de ventas como: Controlando sus emociones, Serie ¡Ayúdenme!, El desarrollo de un líder, La batalla es del Señor, Conozca a Dios íntimamente, Cómo oír a Dios y Adicción a la aprobación. Su programa “Disfrutando la vida diaria” se difunde mundialmente.
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