Quién nunca cometió errores que tire la primera piedra. Esta frase, es muy conocida, confirma cómo el ser humano está obligado a cometer errores. Cuando el asunto es la vida conyugal, es importante que se tome mucho cuidado, porque hay errores que pueden destruir toda una relación. Ya que nadie está libre de ellos, lo ideal es aprender de los errores. Ellos pueden traer madurez a la relación si la pareja sabe cómo usarlos a favor de la relación.
El obispo Renato Cardoso y su esposa Cristiane Cardoso, que son casados durante 20 años, contaron un poco de su experiencia. Los dos hablaron sobre los errores que cometieron a principios de la relación, lo que aprendieron y cómo fue el proceso de madurez de la pareja.
“Yo era muy carente. Renato fue mi primer novio. No tenía ni idea de que lo alejaba de mí. Yo quería mucha atención todo el tiempo. Cuanto más pedía, más lo alejaba de mí”, dice Cristiane Cardoso.
“Me entregué en cuerpo, alma y espíritu a mi trabajo. Trabajaba casi los siete días de la semana e incluso llevaba trabajo para casa. No le daba casi ninguna atención a ella y eso reforzaba su inseguridad”, recuerda el obispo Renato Cardoso.
Cristiane Cardoso cuenta como actuaria actualmente con la madurez que adquirió a lo largo de los años. “Hoy en día, incluso con aquella carencia, porque es difícil para una mujer no ser carente, actuaria de manera más sabia. Yo oraría a Dios y esperaría que mi esposo tomase a iniciativa de darme atención. No mostraría mi preocupación, pues fue cuando actué así que él cambio. Pasé a fingir que no me importaba y cuando lo percibió él comenzó a preguntarse y así me buscaba más. Él cambió”.
El obispo también aprendió y conto su experiencia. “Aprendí que el trabajo en la vida de un hombre casado debe estar en segundo o en tercer lugar, pero nunca en el primer lugar, en el lugar de la esposa. Si usted coloca toda su energía en el trabajo, por supuesto, que tendrá problemas en su matrimonio, ya que se está olvidando que dentro de su casa tiene una persona con necesidades, con carencias. Yo era muy duro con Cristiane. Yo la trataba como si fuese un hombre, queriendo que fuese dura también, que reaccione a la situación como yo. No me gustaba que ella llorase o demostrara emoción. No entendía que estaba tratando con una mujer que era diferente y con necesidades diferentes a las mías”, concluye el obispo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por su comentario