Cristo es y debe ser el motivo por el cual se
hace o sucede algo en la vida. Destinado o no, se debe continuar fuera del
tiempo ordinario, buscando la ocasión o la oportunidad de velar en diligencia,
obediencia y gozo; Dios en Cristo es el énfasis de la vida Cristiana, fuerza de
toda expresión y resistencia (Is. 40, 29).
Hallarse todo tiempo en el Señor, encontrarse en su búsqueda, es estar creciendo en la
obediencia y en el obrar (Lc. 12, 37).
Cristo el Hijo encarnado no admite el ocio en
sus filas. El Señor espera hallar a los
suyos siempre activos, diligentes y
decididos; siempre animados, fervientes y vigilantes. Él no acepta actitudes y
posiciones para las cuales el faculta a sus llamados, como son: Abatirse,
derribarse, afligirse o lamentarse (2 Tm. 4, 17 y 18).
Solo se vive en constante delicia o regocijo,
cuando la vida en el Señor responde y corresponde a Él (Mt. 12, 30); y no hay
termino medio, entre pertenecerle y no estar de su lado. Cuando se espera en el
Señor soberano, su dominio y su poder ilimitado asisten a los suyos y los hace
más que vencedores. La vida cristiana debe ser efectiva el todo intento y en
todo propósito con él y para con él (Lc. 22, 31 y 32).
Siempre creó en la posibilidad de las
demandas del Señor, y se que debo orar y leer su palabra para encontrar el
secreto, para poderse cumplir con ella.
Bendición a ti, llamado y escogido
Siervo
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