La conducta prudente demandada
por el Señor solo puede ser personificada, tanto por la vos de Dios perceptible
en las sagradas escrituras y por guía del Santo Espíritu en el corazón; así la sabiduría
se convierte en el agente de las cualidades que el creador espera de los suyos.
La sabiduría es un conocimiento profundo de los hechos y ese conocer induce a
su poseedor a la prudencia, moderación y el discernimiento; y lo cual dentro del buen juicio lleva a distanciarse de
cualquier hecho nefasto, evitando por el discernimiento sufrir la verdad del mismo.
El temor a Dios nos otorga ese invaluable
regalo el cual poseen en su sentido espiritual verdadero solo los justificados
o justos por la fe; es la colocación de un lugar de importancia y privilegio
ante Él y la cualificación de una vida bajo su dirección e inteligencia,
gracias al verdadero conocimiento del sentido de su Palabra. La sabiduría es el
don que faculta a sus siervos para no dejarse seducir o engañar por la impiedad
o por el impío, el cual sabe influir con su poder de artimaña o de influencia,
como suele hacerlo con el simple de mente; es quien suele por su insensatez burlarse
de los demás, por carecer de juicio y obviamente falta de prudencia.
Dios invita a quienes quieren
tener y disfrutar de una buena sabiduría de lo alto, ante todo temerle o reverenciarle
cultualmente en su diario vivir; solo él es la verdadera Roca o fuente de
influencia o comienzo, de fundamento o aprendizaje y de genuina actuación acorde
a sus demandas en su santa palabra y a la enseñanza directa del Santo Espíritu;
Dios extiende su mano y te invita a buscar su corrección ahora; la sabiduría grita
con vigor para que le atiendas y te dispongas a recibirla; el Espíritu en usted
le hará conocer sus palabras; Dios en estos momentos dice” extiendo mis manos y
esperó me atiendas” ; “no desprecies mi consejo, ni mi corrección” y pondré a
tu disposición “poder y autoridad”, te daré un “recto corazón”, solo,” humíllate
bajo mi poderosa palabra” y será, “importante
para tu felicidad.”
Proverbios 1,20 al 25; 1, 7;
Salmo 36, 10; Hebreos 2, 1; Job 5, 17 y 2 Pedro 2, 10
Siervo
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