Mateo 9, 36 al 38.
La mies es la planta madura,
tiene semilla para por ejemplo hacer el pan. La siega es el tiempo de cortar o
recolectar, tanto la hierba como los cereales. En el sentido bíblico la mies
son las personas o almas conocedoras de Dios y en virtud de una causa viven
para Él, y pueden causar o encausar en otros los mismos afectos o capacidades (dones o talentos).
El problema de los campos de mies
o las mieses, es de quienes las cultivan y como las cultivan. El obrero en el
sentido significativo, es quien debe tener el verdadero poder otorgado por Él o Señor dueño de
la Mies, para seguir esa misma causa y hacer seguir y continuar en la misma
causa de todos; que desea y quiera cuidar de la mies, sabiendo del manejo correcto de abonos y de
fertilizantes (no como un fariseo o falsificador). Debe serle muy claro que la
verdadera mies no es fruta, es fruto la
cual da semilla y la Semilla es la misma Palabra Santa del Señor. El buen
obrero es instrumento de Dios para motivar diseminar esa misma Semilla y para
actuar no confundiéndose, con desanimar.
El obrero debe ser vestido de ternura, flexible y blando ante el
que padece y con capacidad de dar lo
necesario por la causa. Obrero del cual nada pueda salir en bien de la mies,
será calificado de: Soberbios, holgazanes, zánganos y de desasistir.
El obrero que necesita el Señor en su Mies,
es también una mies más; y juntos se
motivan y apoyan; juntos se avivan; juntos se perfeccionan; juntos se regeneran
y juntos se santifican; y el Señor de la Mies es quien elige y dispone y pone
sus obreros mies: “Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe
obreros a su mies.” Mateo 9, 38.
Bases Bíblicas: 1 P.2, 5 ; Gá 5, 6 ; Mt.
12, 34
Siervo
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