El mundo mundo actual aboga por
motivaciones espirituales sobre asimismo, y las mide y las acepta, en razón de
sentirse bien, y las desecha en base a sentirse mal ¿Pero quien externamente le
valora las máximas del bien y del mal? Las enseñanzas del Señor, no son para
enmarcarlas dentro de los conceptos de subjetividad y relativismo imperantes en
la actualidad y dentro de los cuales algunos servidores de Dios han sido
seducidos y conquistados; y el dilema es actual entre los llamados suyos, son
las contradicciones y confusiones. Vivimos una “nueva ola” de conocimiento y
verdades irreales y absurdas, lo cual, Juan Stom llama “manipulación de la verdad,” con
distorsiones hábiles de la verdad, la
justicia y el servicio; así se presta, para jugar con el sentido real y
propósito del Señor.
La verdad de la Palabra
revelada es absoluta (nada puede limitarla), por más que nos llegue a afectar
algunas de sus verdades, y tampoco podemos dejar de admitir, que esas verdades
son generales (Ley, mandamientos, testimonios, preceptos, estatutos o
alegorías, metáforas, metonimias, tipos, símiles, sinécdoque, entre otros), y
no particulares a mi propio interés y sentimientos.
El llamado texto áureo de este
relativismo y subjetivismo bíblico es, San Mateo 7: 1, “No juzguéis, para que
no seáis juzgados” . Es un texto sacado de su contexto, con un buen pretexto.
El asunto de fondo es la crítica constante de los fariseos, en su pretensión de
juzgar a los demás sin ser juzgados ellos, cuando tenían motivos para ser
condenados también, era la paja en el ojo ajeno (el otro)sin reconocer la viga
de su propio ojo (ellos, 7, 3 al 5); y su referente esta en Romanos 2, 1 y
sgts. Cristo en ningún momento esta como se pretende, negando la crítica
constructiva, sana y responsable, con conocimiento de hecho y libre de la
misma, más bien el pasaje llama a guardarnos de los falsos (sin autoridad moral o espiritual), lobos con
ropaje de ovejas, con una actitud más de destruir los asuntos del Señor, que de
edificarlos. Nuestro deber es conocer a todos por sus frutos y no por la
apariencia o prejuicios (7: 6).
Tampoco se trata de una
palabrería espiritual por mera palabrería espiritual, sino de recto juicios
razonables, como el que le otorga Jesús a Simón el fariseo (reconocimiento); es
que Jesús nos demanda juicios basados en la recta información y buena
conciencia, de lo que no guardo ni cumplo, no tengo autoridad para demandar
razón (fariseísmo o levadura, s. Mateo 16: 6 al 12). La mala doctrina asentada
en el alma como la levadura en la masa; imparten su efecto en todo el espíritu.
La subjetividad o verdad particular efectúa una influencia sobre nuestro
temperamento y conducta de lo que la mayoría piensa. Lo que Jesús espera evitar
al juzgar, es que esa acción valla acompañada de la soberbia (enceguecerse), la
hipocresía (falsedad) y la mundanalidad (impiedad), las cuales constituyen la
levadura de los fariseos y saduceos y arruinan la mayor parte del mundo (Juan
7: 24 y Lucas 12: 54 al 58). Lo que Dios recalca son los justos juicios o
rectitud del juicio ( no es recto, cuando se hace parte del asunto o no a
comprendido el problema o lo distorsiona)
Si se puede juzgar, pero dentro
de unos parámetros dados por el Señor en su Palabra y decir lo contrario es
asunto de manipulación de las escrituras, “juzgar con justo juicio,” son
demandas directas de Jesús:” veras bien para sacar la paja del ojo de tu hermano”.
Sólo los espírituales ha de suponerse,
no tendrían vigas en sus ojos o levaduras farisaicas (fueron palabras para
fariseos) y por ende serán los indicados para juzgar con recto o justo juicio; no se puede asumir el papel
de juez y pretender como tal, condenar a otros que son menos culpables. La
iniquidad y la transgresión condenan de por si (Romanos 2: 1 y 2) y suprimen la
autoridad para juzgar.
Sólo quien tiene la mente de
Cristo discierne y puede por lo tanto juzgar, aunque esto no encaje dentro de
los esquemas del impío. Lo espiritual corresponde al espiritual juzgarlas, y el
mismo no puede ser discernido por el hombre natural (no hay autoridad moral o
espiritual). La autoridad de la cual carecían los fariseos, la tiene los
espirituales para examinar, escudriñar, convencer y reprobar; porque su mente
esta iluminada y su vida es santa, y por consiguiente, nadie le puede imputar
nada (moral o espiritual 1 Corintios 2, 15 y 16). Ahora, sino se encaja dentro
de lo expresado, es mejor que no juzgue para no verse señalado con justo o
recto juicio (San Mateo 7, 2 y 1 Juan 2,
27 y 29). Suprimir los juicios, es subjetividad o verdad particular por unos
intereses creados más bien, pero no hacen parte de la generalidad bíblica, como
hemos podido verlo y sustentarlo con la misma verdad universal dada en la
Palabra.
Hay quienes se atribuyen la
libertad para criticar como los fariseos, sin que otros los puedan criticar a
ellos y sangran por la herida; el texto es muy claro y diciente para nosotros,
y es precisamente omitido:
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