Dios puede conceder a cualquier creyente el don de hablar en lenguas para así testificar en su favor ante los demás. Pero debemos aclarar que por el solo hecho de haber sido bautizado con el Espíritu Santo, no indica que alguien pueda recibir dicho don. Un cristiano que no hable en lenguas, no por ello es una persona espiritualmente débil. El don de lenguas, en cualquiera de sus formas, se adquiere únicamente por la gracia de Dios mediante la efusión del Espíritu Santo.
Una persona poseedora del don de lenguas no es en ningún caso superior a otra, pero sí que adquiere el compromiso de utilizar dicho don adecuadamente en su comunión con Dios y en favor de otros hermanos.
“Pues, ¿quién es el que te distingue? ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y, si lo has recibido, ¿a que gloriarte cual si no lo hayas recibido?”
(1ª Corintios 4:7)
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