Teológicamente podemos definir como don de lenguas a la facultad milagrosa o carisma concedido por Dios por medio del Espíritu Santo a algunas personas, para orar, profetizar o hablar en idiomas que no conocen.
Existen dos términos para describir y diferenciar dos aspectos generales de lo que conocemos como don de lenguas, los cuales describiremos más adelante con mayor detenimiento. Sin embargo, detallamos a continuación la etimología de ambos términos.
Glosolalia: Esta palabra proviene del griego glossa, que significa idioma o lengua, y de la palabra lalein, que en el griego de entonces quería decir hablar. Es la vocalización de palabras en un lenguaje místico desconocido, o la pronunciación de sílabas sin un sentido aparente.
Xenoglasia: Es la habilidad de poder hablar un lenguaje ya existente, pero desconocido para la persona receptora del don o carisma. La palabra xenoglasia proviene del griego xenos, que significa extranjero o extraño, y de la palabra glossa, que significa idioma o lengua. Mediante la xenoglasia la persona puede llevar a cabo una conversación en un idioma nunca antes aprendido o conocido, aún cuando el mismo ya existía en algún otro país.
Por lo descrito aquí, lo que en algunas iglesias cristianas, principalmente en la Pentecostal o en el Movimiento Carismático Católico, se conoce como don de lenguas, se trata del fenómeno de la glososalia, totalmente distinto del de la xenoglasia.
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