Un misterio es todo aquello que no podemos entender con la razón. Es algo que sólo podemos aceptar cuando es Dios quien nos lo revela. A ninguna inteligencia creada o creable le es posible comprender el misterio de la Santísima Trinidad. El esfuerzo racional de algunos teólogos, principalmente Santo Tomás de Aquino, han tratado de ilustrarlo a partir de los datos revelados, cuyo resumen se indica a continuación:
Las tres Personas divinas no se distinguen ni por su Naturaleza, ni por sus perfecciones, ni por sus obras exteriores. Únicamente se distinguen por su origen.
a. No se distinguen por su Naturaleza porque tienen una Naturaleza común; la divina. Por ello no son tres dioses, sino un solo Dios.
b. No se distinguen por sus perfecciones porque estas se identifican con la Naturaleza divina. Así, ninguna de las tres Personas es mas sabia y poderosa, sino que las tres tienen infinita sabiduría y poder. Tampoco la una es anterior a las otras, sino que todas son igualmente eternas.
c. Tampoco se distinguen por sus obras exteriores, porque teniendo las tres la misma omnipotencia, lo que obre una lo obran las otras dos.
Solamente se distinguen por su origen, porque el Padre no proviene de ninguna persona; el Hijo es engendrado por el Padre, y el Espíritu Santo procede a la vez del Padre y del Hijo. Esto es lo que impide que una persona se confunda con las otras.
Padre, Hijo y Espíritu Santo tienen la misma naturaleza, la misma divinidad, la misma eternidad, el mismo poder, la misma perfección; son un solo Dios. Además, cada una de las Personas de la Santísima Trinidad está totalmente contenida en las otras dos, puesto que hay una comunión perfecta entre ellas.
Hay quien manifiesta que jamás podremos entender el misterio de la Santísima Trinidad a través de la razón, lo cual es cierto ya que necesitamos de la fe, ya que precisamente se trata de un misterio. El de la Santísima Trinidad es el misterio más sublime y, al mismo tiempo, el más profundo e incomprensible para la razón humana.
CITAS BÍBLICAS
En el Nuevo Testamento de la Biblia se encuentran alusiones tanto al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, principalmente en el Evangelio de Juan, lo cual se presenta como menciones implícitas a la naturaleza trinitaria divina.
a. “Tomás le contestó: Señor mío y Dios mío” (Juan 20:28).
b. “Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: Ahora creéis? (Juan 16:30-31).
c. “Le dice Felipe: Señor, muéstranos al Padre y esto nos basta. Le dice Jesús: Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Cómo dices tú ‘muéstranos al Padre’? No crees que yo estoy en el Padre y el Padre esta en mi? (Juan 14:8).
d. “Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí” (Juan 15:26).
e. “Y tales fuisteis algunos de vosotros. Pero habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo, y en el Espíritu de vuestro Dios” (1ª. Corintios 6:11).
f. “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros” (2ª. Corintios 13:13).
g. “Según el previo conocimiento de Dios Padre, con la acción santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su Sangre” (1ª. Pedro 1:2).
h. “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19).
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