Jeremías 5, 24.
En una tierra prácticamente estéril, todo es un milagro de
parte de, quien provee a su pueblo no solo
carnero, como a Abraham (Gé. 22, 14) y lo llamo en Heb. Dios-jireh; y Dios es
provisto a su pueblo hasta hoy. Y hay elementos para comprobar que Él prácticamente
propicia los climas para la siega y el profeta Jeremías lo indica al pueblo:
“Y no dijeron en su
corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía
en su tiempo, y nos guarda los tiempos establecidos de la siega.
5:25 Vuestras
iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros
el bien.” 5, 24
Los tiempos dela siega, como la lluvia temprana cae en la región
septentrional (norte) de Judea hacia el fin de septiembre, en el año civil
hebreo, la lluvia tardía se precipita antes de la cosecha, durante los meses de marzo y abril. Las semanas designadas para
la siega se encontraban entre la Pascua y Pentecostés. En las zonas
meridionales (sur) las cosechas eran mas tempranas que en la región septentrional.
Hay la convicción que es Dios quien establece los tiempos y en sus manos están
(Sal. 31, 15). Y Dios señala un tiempo para la cosecha, y en su buena providencia,
generalmente facilita la temperatura
necesaria (2S.21, 14b).
Hay algo más que afirma la
regulación de los tiempos en la agricultura y tienen que ver, con la cebada y el trigo, las
cuales tienen tiempos diferentes muy marcados y se toman por sus particularidades
como referencias a hechos importantes (2 S. 21, 9 y 10). Esta siega es dada en
Judea los primeros días durante del equinoccio de primavera o sea 21 de marzo y
la siega del trigo se daba ha fines de junio o verano. Y los inicios de las
lluvias otoñales que comienzan en ese mismo país en octubre, Bul; y otro hecho
significativo es el crecimiento del río Jordán o desborda sus orillas, el cual
de nace al pie del Monte Líbano, el cual en invierno recoge nieve junto con
otras montañas y luego viene los deshielo en los primeros días de Nisán, entre
nosotros, marzo y abril (2 Cr.12, 15).
Cuando no llegaban los días acordes para la cosecha o su buena
providencia, había que examinarse para saber, si no era una parte de los
juicios de Dios: Alguna iniquidad podía impedir estos bienes; y la pregunta es,
¿cómo no agradecer a Dios, con los primeros granos y frutos? (Ex 22, 29; 34, 36 Y Dt. 26, 2).
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