En Hechos 27, hay una gran historia acerca del apóstol Pablo. Él estaba viajando en barco con algunas personas cuando “vino encima un viento huracanado, llamado Nordeste, que venía desde la isla” (versículo 14). Pasaron días en medio de la tormenta y de momento “fueron combatidos por una furiosa tempestad” (versículo 18), que tuvieron que arrojar la carga por la borda. Terminaron sin comida, hambrientos, atrapados, aparentemente sin esperanza.
En ese momento, Pablo se puso de pie en medio de ellos y les dijo: “Pero ahora los exhorto a cobrar ánimo, porque ninguno de ustedes perderá la *vida…” (Versículo 22). Entonces les comparte que un ángel de Dios le dijo esto y en el versículo 25 les dice: “Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo”.
¿Cómo podía Pablo, en medio de una terrible tormenta, decirle a la gente que “cobraran ánimo” y tuvieran una buena actitud? Porque él creía en su corazón, sin dudar, “que sucedería tal y como se le dijo”. ¡Me gusta eso! Es un retrato grandioso del poder de la fe en Dios cuando toda la esperanza parece perdida. Nosotros podemos tener la misma fe que Pablo tenía si vencemos la duda.
Todos enfrentamos tormentas en la vida. Algunas son más difíciles que otras, pero todos pasamos por pruebas y tribulaciones. Es por eso que tenemos el don de la fe. Efesios 6:16 (NVI) le llama” el escudo de la fe con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. La duda es una clase de “flecha encendida” que el enemigo usa para atacar nuestra fe.
A menudo experimentamos duda después de haber tomado una decisión. En Santiago 1:6, la Biblia dice que quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Es terrible estar indeciso, sin poder decidir en qué verdaderamente creemos. Es en esos momentos en donde tenemos que escoger si vamos a creerle a Dios o al enemigo…a Dios o a nuestros sentimientos…a Dios o a lo que nos dicen las personas…a Dios o a nuestras circunstancias.
Cuando la duda viene en nuestra contra, tenemos que levantar el escudo de la fe. Hacemos esto cuando abrimos nuestra boca y confesamos lo que la Palabra de Dios dice, en lugar de murmurar o quejarnos acerca del problema. Nuestra fe es puesta en acción a medida que nosotros confesamos, oramos y hacemos lo que la Palabra dice. Así que en esos tiempos, abra su boca y confiese: “Yo creo que todo lo que Dios me ha dicho ¡será hecho!
Quizás usted esta dudando si puede oír la voz de Dios o no. Esto sucede porque a menudo dudamos de nosotros mismos más que de Dios. Ahora bien, no estoy hablando de escuchar una voz; estoy hablando del conocimiento que tenemos en nuestro interior de lo bueno y lo malo. Esa es la voz apacible de Dios. Todos los creyentes en Jesucristo la tienen, pero muchos no tienen la confianza para confiar en ella.
La Biblia dice en Santiago 1:5 que cuando necesitamos sabiduría podemos pedirla a Dios y él nos la dará “pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie”. Esto significa que a pesar de nuestras imperfecciones, Dios será fiel a nosotros y nos dará lo que necesitamos si se lo pedimos. Él nos ama, nos bendice y nos usa, a pesar de nuestras imperfecciones, porque ¡él es fiel! Nunca debemos dudar eso.
A través de relación personal con Dios, he aprendido que él no espera que sea perfecta; Él quiere que yo haga mi mejor esfuerzo para estar en su voluntad y tomar pasos de fe a medida que él me dirige a través de su Palabra y cuando habla a mi corazón. Recuerde, él quiere que pongamos nuestra confianza en él. Dios verdaderamente quiere hablar a usted personalmente y dirigirlo en el plan que tiene para su vida. Así que no tema dar el paso de fe y hacer lo que está en su corazón. Si comete un error, aprenda de él y continúe adelante. Todos tenemos que hacer eso.
Le quiero animar a que empiece a declarar cosas que le ayuden a crecer en su fe y confianza en Dios. Necesitamos hacer declaraciones tales como: “Dios me ama y el quiere hablar a mi corazón. Yo puedo escuchar a Dios. Él es fiel a mí y me guiará en su voluntad para mi vida. Yo creo que será exactamente como ¡Dios me lo ha dicho!” Por la gracia de Dios, podemos actuar en fe y vencer todo ataque de duda durante las tormentas de la vida.
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