Vivir en la carne, después de ser
conocedor del Señor, es como quedar al
descubierto lo que estaba oculto por el Espíritu o como queda a la intemperie lo
cubierto por el mar al bajar la marea.
Lo carnal es una consecuencia del no dejarme Mover por el Espíritu
o en el espíritu (1 Co. 3, 1); por lo tanto la carnalidad es estar lejos de la
semejanza a Dios en nosotros, es volver a la vieja programación o la común a
todo hombre natural (1 Co. 2, 14).
La carnalidad es falta de deseo de crecimiento o de avance o déjeme
decirle, mal entendido del concepto de salvación realmente bíblico, lo cual
deja frenada la acción del Santo Espíritu en lo que se refiere a la
regeneración (Col. 2, 19). La mala comprensión de la Palabra es uno de los
causantes del bajo crecimiento o por lo, el poco desarrollo espiritual no
permite comprender las verdades sencillas y fáciles; mente y corazón continuaran
igual siempre (Col. 1, 23); lo cual lleva a un crecimiento a media o parcial.
Todo lo que se pretenda vivir espiritual
mente desde una posición natural o fuera del espíritu, generará conflicto, distorsión
de la percepción o malos juicios (Mateo 7, 5 y 1 Co. 3, 3); nos
podemos imaginar una comunidad eclesial edificada o amonestada desde una
posición fuera del Espíritu de Dios, cambiada en su naturaleza en la forma de
recibir los asuntos divinos o de relacionarse con las personas o nada mas de
comprenderlas; optar por la calidad o distinción o lugar de las personas o
cosas; el aprecio o alcance de esas mismas cosas o asuntos espirituales o de los integrantes del cuerpo (Ef. 4, 2).
Los resultados evidentes de una
posición carnal serán: Jerarquizaciones en lugar de igualdad entre los “hermanos”
; marginalidad, discriminación, menosprecio o menoscabo; por ende, el celo de la envidia, (Pr. 6, 34);
contiendas o altercados con armas o por razones y sus esperadas consecuencias de la aflicción, la
molestia y el desanimo (Judas 11) y disensiones o separaciones entre los
integrantes de la comunidad eclesial; se
evitan los contactos o la proximidad, surge el distanciamiento y se esfuma el
concepto de prójimo (Tito 2, 12 y 14).
“LO QUE ES NACIDO DE
LA CARNE.. CARNE ES Y LO QUE ES NACIDO DEL ESPÍRITU..ESPÍRITU ES”
Siervo.
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