La Palabra de Dios y el parecer seglar
El Señor Jesús es suficiente para sanar a los quebrantados
de corazón (Lc. 4, 18). No necesita las técnicas para inducir sanidad interior,
lo cual ya algunos crea una dependencia más desde la carne que del mismo Espíritu.
El único que puede ayudar a poner en paz con el pasado o para cortar nexos con
experiencias pasadas es Dios a través de Cristo (Ro. 8, 3 y 4); y se afirma que
en Cristo, todas las cosas viejas pasan y todas son hechas nuevas; hay una
condición: “Si alguno está en Cristo” (2 Co. 5, 17). La muerte y perdón de
Cristo es suficiente para superar la culpa por cualquier pecado pasado.
Al creyente en Cristo le es esencial entregar su voluntad al
Señor, no por una mera oración de entrega, lo cual es habitual, pero no suficiente para
Dios; es la vida misma quien evidencie por los hechos, acciones y actitudes, la
realidad de la abnegación `por el evangelio del Maestro.
Es muy ilustrativa la muerte “del cuerpo de la Semilla para
que el Germen pueda vivir,” y aumente de tamaño. Crece en forma fuerte y
vigorosa, extiende sus hojas, florece y fructifica. (Romanos 6, 5 y 6). Es todo el cuerpo, con todas sus partes, poder
y facultades, todo dispuesto al Señor para ser santificado y preservado
irreprensible hasta su venida (2 Ts. 2, 13 y 14).
La Palabra debe ser como un espejo, el cual recibe la Luz de
Dios y frente a mi ilumina la cara ( kata, “contra” y oplonoi, “miro.” El alma debe dejarse iluminar por el divino
resplandor, como un alma modelándose; y transformándose en justicia, santidad y
verdad por el Espíritu Santo.
Las angustias, ansiedades, temores, depresiones, frustraciones
y soledades, no son parte de quienes han
superado la insensatas y la torpeza y hacen eficaz la Santa Palabra del Señor
en sus propias vidas (Hechos 3, 14 y 15).
El consejo de la Palabra, es luchando por superar la maldad,
el pecado y el escarnecer que algunos tienen por costumbre; las Escrituras
junto con el Espíritu, deben llevar (yara) a venerar, reverenciar el conjunto
de la adoración divina al (Tehorah de lohor) “ser puro y limpio de toda
contaminación”; es mostrar lo que realmente pertenece a Dios, al hombre y a
nosotros mismos.
Siendo sincero con el Señor, su Palabra será y es, Miel que
destila en el Panal de las entrañas: dulzura, riqueza y sazón y ellos en la
mente serán como (chomets), para moderar y refrescar el alma, aliviando los
sufrimientos, y dando seguridad y confianza en su Salvador y Sanador., y
activando la acción del Santo Espíritu, por la dependencia plena en Dios.
Un asunto es ministrar y otra muy diferente es inducir.
A Dios sea la Gloria
por lo que ha hecho por mi, y por ti, también
puede, si lo dejas actuar en tu vida.
Bendición;
Siervo. Roberto Fonseca Murillo
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