David es una de las figuras cumbres de
la humanidad. Pastor de ovejas, músico, poeta, guerrero y estadista, he ahí la
lista de los oficios principales ejercidos por él con éxito extraordinario.
Como músico llego a la cima de su carrera al ser llevado a palacio para que
tocara el arpa a oídos del rey. Sus hermosos salmos llegan hasta nosotros
presentándonos a su autor como el más grande pota religioso de todos los
siglos. Como guerrero fue heroico y generoso casi al extremo; como gobernante
fue uno de los mejores de su país; un modelo para los estadistas del presente.
Ocasiones hubo en que David empleo la
pluma para cantar hermosas lejías en memoria de sus grandes enemigos. Saúl
odiaba a David con un rencor profundo. Esta enemistas, como es natural, no solo
brotaba del corazón de Saúl, sino también de sus soldados y amigos. Al morir Saúl,
David escribió la endecha antes citada. Por seguro los enemigos de David, al
oír tan hermosas frases, dejaron caer las armas de la mano y le proclamaron
rey. David fue un guerrero sin odios, un hombre que supo llegar a las cimas de
la grandeza y derrotar a sus enemigos casi sin hacerles daño. La muerte de
Goliat es la única excepción.
David también utilizo el silencio ante
sus adversarios. Uno de estos lo siguió insultándolo y lanzando piedras al paso
del rey. David, a pesar de que sus soldados se ofrecían para venga la ofensa,
guardo silencio ante los insultos, al hacerlo, solo dijo “Dejadle que maldiga”.
Resulta paradójico el decir que David
también utilizo la palabra como arma de combate después de haber hablado del
silencio. Lo cierto es que David utiliza él dialogo en el trato con sus
malquerientes. También lo utilizo para convencerlos de la inutilidad de la
violencia. “Dejadle que maldiga”, dijo a sus soldados. En el primer libro de
Samuel esta el ejemplo más elocuente de cómo David evitaba la violencia
utilizando la palabra.
He ahí la vida de un joven que alcanzo
grandes victorias con armas tan sencillas. ¿No podrían los hombres del presente
luchar en bien de la humanidad con más sencillas como la bondad, la amistad, la
palabra y el silencio para vencer a los enemigos? ¿Dónde está la trinchera
donde podríamos utilizar estas armas? Ahí están la prensa, la radio, la
televisión, el libro, la cátedra, la tribuna, el parlamento. Utilicemos estas
armas contra el despotismo, el alcohol, la pobreza, la ignorancia, el odio.
Solo ellas podrían llevarnos a una victoria definitiva sin necesidad de
derramar sangre hermana.
David el heroico líder que tanto bien hizo
a su patria utilizando herramientas tan sencillas como la honda, el arpa, la
pluma, el silencio, la palabra y la bondad.
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S. Lucas 17, 10.
Nuestra relación
con Dios y el prójimo, no es un asunto de mero compromiso y obligación, es
mucho más; y es y debe ser un resultado que nos lleva a actuar más allá de los límites
rudimentales; y solo el que esta iluminado de lo Alto puede entender el alcance
de las cosas espirituales, enseñarlas y vivenciarlas. Dios desea y espera de nosotros
lo que constituye el bien, es el deseo y
la profunda aspiración del alma. En otras palabras, Él espera ver en nosotros
la ternura, sinceridad, desinterés, forma y resultado del amor de Dios en
nosotros (S. Mateo 5: 40 al 42).
Siervo.
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