Él sabe si de veras somos buenos. Es más, sabe que no hay nadie bueno de por sí. Porque Él está consciente de lo que mueve al salmista David a que afirme que «no hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno s
olo!»3 Y para colmo de males, sabe que tiene razón el profeta Isaías al juzgar que «todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia». Estos textos son Salmo 14,1 al 3; 53, 1 al 3.
Es obvio que los textos deben ser entendidos dentro de su respectivo contexto. Hay quienes no niegan la existencia de Dios, pero no buscan su providencia. Hay otros que aunque buscan a Dios y profesan aceptar sus casas, las niegan en sus corazones y viven como si no estuvieran persuadidos por Dios y no existiera recompensa ni castigo.”Todos se desviaron”, es una figura lo que amplia el sentido de que se quiere decir, “fermentados” y “rancios”, han vuelto rancios y agrios y ya no sirven para nada: No hay por lo tanto quien haga lo bueno, al haber cambios de retrocesos en su corazón; y sólo la gracia de Dios podrá retornar ese corazón. La naturaleza humana por inclinación es pecadora y depravada y sólo de parte de Él viene la solución a este problema; y este por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús Romanos 3, 23 y 24.
SIERVO ROBERTO FONSECA M.
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