1 REYES 8, 57.
Al pueblo de Israel le era claro
la distinción y finalidad de los dictados de Dios para saber andar y tener una
buena relación con Él:
Los mandamientos, mitsvoth, de
tasvah, “mandar, ordenar”; muestran lo que se debe hacer, y lo que no se debe
hacer, y obligan a obedecer.
Los estatutos, cukkim, de chak, “marcar,
trazar, describir y ordenar”; porque trazan el camino, describen la línea a
seguir, y ordenan lo que se debe observar.
Los preceptos, pikkudim, de
pakad, “tomar nota o cuidado, atender, tener respeto; toman nota del camino
total de la vida y conversación, de supervisar todo interés y deber. Todas las
acciones son de un solo valor y no puede haber dicotomía entre secular y
religioso ante Dios.
El Salmo uno es una introducción
al deber ser delante de Dios y destaca a los bienaventurados; exclamación
brotada al contemplar el hombre que ha decidido andar con Dios. La palabra haih
es categórica: “ese hombre”; refiere de aquel que entre mil vive la finalidad
para la que fue creado por Dios, es aprobado por que él conoce su camino y es llamado justo (tsaddikim
de tsadak, “dar el peso justo”: el hombre que da a cada uno la debido.
Pero vienen el que niegan lo justo a todos y se engañan: hay tres clases
de personas, cada uno de ellos excede al otro en pecaminosidad. (1)El malo, más
bien impío, reshim, de rasha, “ser injusto”; o el que no hace la justicia
debida; o su camino es andar en injusticia. (2) Pecadores, chattim, de chata, “errar
el blanco,” “pasar por alto los limites de lo prohibido,” no hace lo bueno, su énfasis
es lo que es malo; o su camino es andar en el pecado. (3) Escarnecedor, letsim, de latsah, “ridiculizar,
escarnecer”, se le refiere, cuando se habla de la soberbia, obra en la
insolencia de su presunción; o su camino es sentarse en la iniquidad.
Por lo tanto el verdadero caminar
es de acuerdo al trazado por Dios, tomando nota y cuidado de que las acciones
sean acorde con lo que se esta obligado hacer ante Él y los hombres. La
verdadera relación bilateral es uniforme y sin mancha, ni arruga; y la fe siempre
demostrada por el obrar: cada deseo, cada afecto y actitud, sean de un corazón
en Dios, de un alma que espera y se prepara para estar en la gloria de Dios y
por lo tanto está de parte de la verdad.
Siervo. Roberto Fonseca murillo
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