Dios espera que las comunidades o iglesias locales, sean en realidad valles con vida para la vida espiritual. Valles que tengan buena tierra labrada, preparada siempre para sus buenas siembras y llena siempre de renuevos; Por donde corran buenas y abundantes corrientes de agua que permitan mantener vida, y dar vida a otros y como consecuencia exista abundancia de alimento y por lo mismo abunden los frutos; Abunden juntas la fertilidad, la multiplicación, la biodiversidad espiritual, la ecología que propicia la unidad, crecimiento y enriquecimiento en el amor hacia Dios y los semejantes; Donde se palpe en toda acción, disposición y actitud, la presencia real del Santo Espíritu, donde exista la retención y pertenencia dadas por permitir la real presencia de Dios; Todo no sea meras palabras o discursos o compromiso por los años. Cuando se es la expresión de la voluntad de Él entre los hombres y la muestra de su bendición para con los justos, ser es un valle de vida y vida en abundancia, tal cual como él lo prometió, Jn. 10,10.
Dios espera que las comunidades o iglesias locales, sean en realidad valles con vida para la vida espiritual. Valles que tengan buena tierra labrada, preparada siempre para sus buenas siembras y llena siempre de renuevos; Por donde corran buenas y abundantes corrientes de agua que permitan mantener vida, y dar vida a otros y como consecuencia exista abundancia de alimento y por lo mismo abunden los frutos; Abunden juntas la fertilidad, la multiplicación, la biodiversidad espiritual, la ecología que propicia la unidad, crecimiento y enriquecimiento en el amor hacia Dios y los semejantes; Donde se palpe en toda acción, disposición y actitud, la presencia real del Santo Espíritu, donde exista la retención y pertenencia dadas por permitir la real presencia de Dios; Todo no sea meras palabras o discursos o compromiso por los años. Cuando se es la expresión de la voluntad de Él entre los hombres y la muestra de su bendición para con los justos, ser es un valle de vida y vida en abundancia, tal cual como él lo prometió, Jn. 10,10.
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