La Palabra de Dios vive y permanece para siempre. El nacido de Nuevo o iniciado en los caminos del Señor, como tal requiere con mucha razón de la formación de acuerdo a los preceptos, mandatos y principios del Dios de la Biblia. Le corresponde examinar y desechar lo que no es conforme a la santa palabra y en este proceso inicial no puede estar ni debe hacerlo solo
Entregar y recibir la doctrina pura del evangelio, demanda buscarla en los santos evangelios y
Epístolas de los apósteles de acuerdo a Heh 2, 42 , 2 Jn 9 y Apc. 2, 14.
“Somos regenerados porque deseamos la doctrina sin adulteración para crecer para salvación”
Para ser verdaderamente regenerado debo gustar de la bueno y dispuesto ha dejarme afectar por las demandas de la santa palabra y en esa actitud es cuando ella influye en mi vida y permito el poder y la acción del Santo Espíritu en la vida personal.- ver Romanos capitulo 8 para una mejor comprensión del sentido de lo dicho-.
Entonces el corazón quebrantado y el espíritu contrito son dos características del verdadero arrepentimiento de acuerdo al Salmo 34, 12 y 13. Dios siempre quiere un espíritu rendido a él y un corazón que lucha y quiere apartarse del pecado y desde el profeta Jeremía eso es lo que se visualiza para los participes del nuevo pacto o alianza llamada Gracia, de acuerdo a los textos del capitulo 22, del 29 al 32.
En el Nuevo Testamento San Pedro en su primera epístola lo afirma de alguna manera importancia de la voluntad de decisión ante Dios basada en su Palabra para poder crecer para salvación gustando de lo bueno- 1 P. 1, 25 y 2, 1 al 3. Debe haber una permanente conexión estrecha con las enseñanzas y demandas de la revelación escrita. Los detractores actuales de la palabra piensan lo contrario: San Pablo en su carta a los Efesios destaca la importancia de dejar lo malo y asumir lo bueno y llama la atención a: “Dejad de estar siempre engañados “4, 22.
Solo se nace de nuevo en una permanente y continua OBEDIENCIA A LA PALABRA DE DIOS EN EL EJERCICIO DE LA BONDAD TANTO PARA CON DIOS COMO PARA CON LOS SEMEJANTES, pero eso si, con la doctrina pura del evangelio y la doctrina de los santos apóstoles 1 P. 1,23.
Siervo Roberto Fonseca
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